¿Los Verdaderos Panameños? (Comarcas indígenas?)
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¿Los Verdaderos Panameños? (Comarcas indígenas?)
¿Los Verdaderos Panameños? (Comarcas indígenas?)
MEZCLA DE RAZAS
¿Los verdaderos panameños?
A raíz de toda la discusión sobre las leyes mineras y sus consecuencias, he vuelto a leer sobre el derecho que tiene cada quien de defender o no nuestro país.
Siempre me ha parecido que, en pleno siglo XXI, el término “extranjero” es completamente absurdo y denota una visión anacrónica de cómo deberíamos ver el mundo actual. Esa historia de que los habitantes de las comarcas indígenas son “los verdaderos panameños” o “los habitantes originarios”, simplemente no encaja en una nación que es producto de muchísimas interacciones humanas, condicionado por pertenecer a un país que, desde siempre y por sus características geográficas, ha sido una zona de tránsito.
Ya los estudios de las especies animales y las plantas, que existían en Panamá hace muchísimos miles de años, indican que, en este pequeño istmo, se daban “encuentros” entre especies. Igualmente, las características geológicas de nuestro subsuelo confirman que las grandes masas continentales que emergieron también se “encontraron” en nuestro país.
El colmo es cuando escucho que en 1492 o en 1513 “no se descubrió nada”, porque ya había gente que vivía en estas tierras antes de esas fechas. Francamente ese análisis me parece tan fronterizo como que se deje de celebrar la Navidad en diciembre, porque no tenemos una copia del certificado de nacimiento del niño aquel en Belén. Los aniversarios no son más que fechas aceptadas para conmemorar algún hecho. Es completamente irrelevante que se pretenda tener certeza absoluta de un determinado evento de la historia para definir su validez.
Con base a todo esto, pretender que los “verdaderos panameños” tan siquiera existen, no tiene una justificación real. Estudios científicos recientes, realizados a nivel de DNA celular y mitocondrial, han demostrado que el patrón genético más común en Panamá es el de una madre de origen indígena (que a su vez proviene de tribus que migraron desde Asia y África), con un padre europeo, que posiblemente llegó a nuestras tierras durante los años de la conquista. Más mezcla que eso, es imposible.
Debemos entender que las separaciones en “nacionalidades” no son más que una definición política que, en la era de las comunicaciones globales y del transporte intercontinental, debía eliminarse. No aceptar que vivimos en un mundo totalmente globalizado, donde las fronteras están cada vez menos definidas, es como poner puertas en las llanuras.
Actualmente, es habitual trabajar en un lugar mientras se está físicamente en otro. Aquella época donde había que buscar un trabajo cercano al sitio de residencia, es casi anecdótico. Sino pregunten a un profesional joven que considera normal buscar un empleo (o varios empleos) en que pueda trabajar desde su casa, sentado frente a un teclado mientras su empleador (o empleadores) es una corporación con sede en Europa, Asia o Estados Unidos. Siendo este el caso, lo de dividir a la gente en “nacionales” y “extranjeros” no tiene mucha justificación.
Es ridículo que aún, en nuestro país, tengamos reglamentaciones laborales donde el primer requisito para ocupar un determinado cargo sea “ser panameño”. Pienso que al país se le haría un gran favor, si ese primer requerimiento para ocupar un puesto fuera “estar capacitado” o “demostrar las destrezas necesarias para desempeñar una labor” en lugar de cerrar oportunidades basadas en un concepto de paternalismo que, a la larga, termina favoreciendo que se perpetúe la mediocridad mientras se evita el necesario intercambio de conocimientos, tan necesario para mejorar en nuestro mundo competitivo.
Como ya mencionara en mi artículo de hace dos semanas, no veo por qué alguien nacido en Ngöbe Buglé o Kuna Yala deba ser considerado “más panameño” que un inmigrante o sus hijos. Personas que llegaron a esta tierra se integraron a su sociedad y han desarrollado su vida compartiendo como un ciudadano más. Algunos, incluso, adoptan la nacionalidad para cumplir con los requisitos que las leyes imponen para poder disfrutar de los derechos (y de paso cumplir con los deberes) de cualquier “nacido en Panamá”.
Cuando hablo de este tema, nunca falta quien me recalque “que mi familia es extranjera”. Para ahorrarle los comentarios impertinentes a los críticos anónimos de la página web de La Prensa, dejo claro que mi familia es tan panameña como cualquiera. Si bien mis abuelos y mis padres no nacieron aquí, llegaron hace más de 60 años, echaron aquí sus raíces, y no han vivido en ningún otro lugar. Si bien mantienen sus vínculos con España, donde aún tienen familiares, se sienten panameños y sufren los problemas de este pequeño país tropical.
Por último, me parece absurdo que esos supuestos “panameños de verdad” ahora protesten por no aceptar que sus elecciones sean reguladas por el Tribunal Electoral, como cualquier otra actividad similar en el país. Eso de ser “panameños” para unas cosas, pero no para otras, no es más que otra versión del ya legendario “juega vivo” de que tanto nos quejamos.
Daniel R. Pichel
dpichel@cardiologos.com
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Excelente escrito!!!!
MEZCLA DE RAZAS
¿Los verdaderos panameños?
A raíz de toda la discusión sobre las leyes mineras y sus consecuencias, he vuelto a leer sobre el derecho que tiene cada quien de defender o no nuestro país.
Siempre me ha parecido que, en pleno siglo XXI, el término “extranjero” es completamente absurdo y denota una visión anacrónica de cómo deberíamos ver el mundo actual. Esa historia de que los habitantes de las comarcas indígenas son “los verdaderos panameños” o “los habitantes originarios”, simplemente no encaja en una nación que es producto de muchísimas interacciones humanas, condicionado por pertenecer a un país que, desde siempre y por sus características geográficas, ha sido una zona de tránsito.
Ya los estudios de las especies animales y las plantas, que existían en Panamá hace muchísimos miles de años, indican que, en este pequeño istmo, se daban “encuentros” entre especies. Igualmente, las características geológicas de nuestro subsuelo confirman que las grandes masas continentales que emergieron también se “encontraron” en nuestro país.
El colmo es cuando escucho que en 1492 o en 1513 “no se descubrió nada”, porque ya había gente que vivía en estas tierras antes de esas fechas. Francamente ese análisis me parece tan fronterizo como que se deje de celebrar la Navidad en diciembre, porque no tenemos una copia del certificado de nacimiento del niño aquel en Belén. Los aniversarios no son más que fechas aceptadas para conmemorar algún hecho. Es completamente irrelevante que se pretenda tener certeza absoluta de un determinado evento de la historia para definir su validez.
Con base a todo esto, pretender que los “verdaderos panameños” tan siquiera existen, no tiene una justificación real. Estudios científicos recientes, realizados a nivel de DNA celular y mitocondrial, han demostrado que el patrón genético más común en Panamá es el de una madre de origen indígena (que a su vez proviene de tribus que migraron desde Asia y África), con un padre europeo, que posiblemente llegó a nuestras tierras durante los años de la conquista. Más mezcla que eso, es imposible.
Debemos entender que las separaciones en “nacionalidades” no son más que una definición política que, en la era de las comunicaciones globales y del transporte intercontinental, debía eliminarse. No aceptar que vivimos en un mundo totalmente globalizado, donde las fronteras están cada vez menos definidas, es como poner puertas en las llanuras.
Actualmente, es habitual trabajar en un lugar mientras se está físicamente en otro. Aquella época donde había que buscar un trabajo cercano al sitio de residencia, es casi anecdótico. Sino pregunten a un profesional joven que considera normal buscar un empleo (o varios empleos) en que pueda trabajar desde su casa, sentado frente a un teclado mientras su empleador (o empleadores) es una corporación con sede en Europa, Asia o Estados Unidos. Siendo este el caso, lo de dividir a la gente en “nacionales” y “extranjeros” no tiene mucha justificación.
Es ridículo que aún, en nuestro país, tengamos reglamentaciones laborales donde el primer requisito para ocupar un determinado cargo sea “ser panameño”. Pienso que al país se le haría un gran favor, si ese primer requerimiento para ocupar un puesto fuera “estar capacitado” o “demostrar las destrezas necesarias para desempeñar una labor” en lugar de cerrar oportunidades basadas en un concepto de paternalismo que, a la larga, termina favoreciendo que se perpetúe la mediocridad mientras se evita el necesario intercambio de conocimientos, tan necesario para mejorar en nuestro mundo competitivo.
Como ya mencionara en mi artículo de hace dos semanas, no veo por qué alguien nacido en Ngöbe Buglé o Kuna Yala deba ser considerado “más panameño” que un inmigrante o sus hijos. Personas que llegaron a esta tierra se integraron a su sociedad y han desarrollado su vida compartiendo como un ciudadano más. Algunos, incluso, adoptan la nacionalidad para cumplir con los requisitos que las leyes imponen para poder disfrutar de los derechos (y de paso cumplir con los deberes) de cualquier “nacido en Panamá”.
Cuando hablo de este tema, nunca falta quien me recalque “que mi familia es extranjera”. Para ahorrarle los comentarios impertinentes a los críticos anónimos de la página web de La Prensa, dejo claro que mi familia es tan panameña como cualquiera. Si bien mis abuelos y mis padres no nacieron aquí, llegaron hace más de 60 años, echaron aquí sus raíces, y no han vivido en ningún otro lugar. Si bien mantienen sus vínculos con España, donde aún tienen familiares, se sienten panameños y sufren los problemas de este pequeño país tropical.
Por último, me parece absurdo que esos supuestos “panameños de verdad” ahora protesten por no aceptar que sus elecciones sean reguladas por el Tribunal Electoral, como cualquier otra actividad similar en el país. Eso de ser “panameños” para unas cosas, pero no para otras, no es más que otra versión del ya legendario “juega vivo” de que tanto nos quejamos.
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Daniel R. Pichel
dpichel@cardiologos.com
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Excelente escrito!!!!
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