Productos chinos 'MADE IN USA'
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Productos chinos 'MADE IN USA'
Productos chinos ‘MADE IN USA’
Las firmas chinas migran a Estados Unidos para reducir sus costos de producción… el mundo al revés; la mano de obra estadounidense es más cara, pero la tierra y energía es más barata que en China
Las entidades en Estados Unidos como Carolina del Sur tienen oficinas en China para atraer inversión
A un par de kilómetros de la Iglesia Bountiful Blessings a las afueras de Spartanburg, Carolina del Sur, hay que dar vuelta a la derecha. Ahí, junto a la zona industrial que se logra ver detrás de una serie de árboles de cerezas, no mucho más altos que yo, y justo después de la compañía que fabrica estampas de hule y otros logos que se pegan a gorras y bolsas, hay una fábrica nueva: la planta de tecnología de punta American Yuncheng Gravure Cylinder. Está por abrir muy pronto, y fabricará cilindros para imprimir las etiquetas como las que cubren las botellas de refresco. Pero a diferencia de sus vecinos en Spartanburg, Yuncheng es una compañía china. Llegó a Carolina del sur, porque para los estándares chinos, estar en Estados Unidos sale barato.
Así es, leyeron bien. El terreno de 6.5 acres que Yuncheng compró en Spartanburg por 350,000 dólares, cuesta la cuarta parte que habría costado en Shangai o en Dongguan, una ciudad arenosa cerca de Hong Kong donde la empresa ya tiene tres plantas. La electricidad también es más barata: Yungcheng paga hasta 14 centavos por kilovatio por hora en China a una hora de uso pico, y sólo 4 centavos en Carolina del sur. Y tampoco tienen el problema de los apagones. Es cierto que los trabajadores estadounidenses son más caros, y el costo general de hacer un producto en China sigue siendo más barato, y tal vez siempre será así.
Pero para cientos de compañías chinas como Yuncheng, Estados Unidos se ha vuelto un lugar más barato y mejor para poner el negocio. Podría ser el mayor cambio de papeles desde que... tal vez desde que Nixon fue a China. "La brecha entre costos de manufactura en Estados Unidos y China se está reduciendo", explicó John Ling, estadounidense naturalizado con origen chino que maneja la oficina de reclutamiento empresarial del Departamento de Comercio de Carolina del sur en Shangai. Ling reclutó a Yuncheng para mudarse a Spartanburg, y a otras firmas más. Las compañías chinas han invertido 280 millones de dólares y han creado 1,200 empleos tan sólo en Carolina del sur.
Hoy 33 estados, puertos y municipios estadounidenses han enviado a China representantes como Ling para fomentar el empleo de comercios chinos en Estados Unidos. Además de ofrecer terrenos costeables y energía sustentable, los estados y las ciudades ofrecen créditos fiscales y otros incentivos para atraer a los manufactureros chinos. Mientras tanto, Beijing, que ha dicho que las empresas chinas deben expandirse a nivel global en mercados clave en todo el mundo, está contribuyendo con la oferta de financiar hasta el 30% de los costos de inversión inicial, según fuentes empresariales chinas.
Los incentivos están surtiendo efecto: las compañías chinas anunciaron nuevas inversiones directas en Estados Unidos, con un valor de cerca de 5,000 millones de dólares tan sólo en 2009, según la compañía de asesoría económica con base en Nueva York, Rhodium Group, que dio el detalle de las cifras a Fortune. Las cifras siguen estando por debajo de la de las inversiones japonesas en Estados Unidos, cuyo auge fue en 1991 con 148,000 millones de dólares, pero es un gran paso para las inversiones previas de china, cuyo promedio era de 500 millones de dólares al año.
El año pasado, las empresas chinas compraron o anunciaron que iban a crear más de 50 firmas estadounidenses. Es cuestión de tiempo, pero cuando China permita por fin que se valorice su moneda (el yuan), los estadounidenses verán despegar algunos proyectos chinos que hoy son de poca magnitud, y eso tendrá un fuerte impacto en la economía.
Esto podría ser bueno para las relaciones entre ambos países. "Pasarán muchos años antes de que puedan balancear el flujo de las inversiones estadounidenses en China", dijo Dan Rosen, director en Rhodium Group. Pero dice también que el agresivo interés de China en las inversiones estadounidenses le da repentinamente a Washington cierto apalancamiento, al mismo tiempo que busca negociar los aranceles, cuotas comerciales y políticas económicas con Beijing.
En Spartanburg eso no importa mucho. Los trabajadores calificados de Yuncheng en Estados Unidos ganan entre 25 y 30 dólares por hora. Los operadores de línea entre 10 y 12 dólares. Eso es muy superior a los dos dólares por hora que recibe un trabajador no calificado en China, pero la firma puede solicitar un crédito fiscal estatal para la nómina por 1,500 dólares por empleado (para cualquier compañía que produzca más de 10 empleos). Y al estar más cerca de empresas como Coca-Cola, Yuncheng puede responder de forma más veloz cuando necesitan etiquetas diseñadas para mostrar que un producto tiene un contenido reducido en azúcar o con sabor agregado. Si el negocio sale bien, el presidente de la compañía, Li Wenchun, espera duplicar el tamaño de sus operaciones, tal vez en cinco o 10 años, y emplear a 120 estadounidenses. "Me gustaría que fuera el próximo mes, pero depende de la velocidad a la que se desarrolle el mercado aquí", me dijo con ayuda de un intérprete de mandarín.
Hasta el momento hay pocas señales de algún sentimiento anti-chino entre los carolinos del sur, que vieron cómo su industria de manufactura textil basada en el algodón se derrumbó debido a las producciones de bajo costo en países como China. Fortune preguntó al senador Jim DeMint, republicano representante de causas conservadoras, lo que piensa sobre que los comunistas estén creando empleos en su estado natal. "Carolina del sur es uno de los mejores lugares en el mundo para hacer negocios, y por eso muchas firmas internacionales están moviendo sus industrias a nuestro estado".
Brenda Missouri, de 43 años, quien trabaja rastreando fugas para el fabricante de aplicaciones Haier, habla de su empleador con admiración. Haier fue la primera compañía china que instaló una fábrica en Estados Unidos: una planta de refrigeración en Camden, Carolina del sur, en el año 2000. "Son buenos para los negocios, y saben hacer su trabajo". ¿Y qué hay del comunismo? "No importa", respondió. "El dinero es lo que hace la diferencia".
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China, here we come !!!
Las firmas chinas migran a Estados Unidos para reducir sus costos de producción… el mundo al revés; la mano de obra estadounidense es más cara, pero la tierra y energía es más barata que en China
Las entidades en Estados Unidos como Carolina del Sur tienen oficinas en China para atraer inversión
A un par de kilómetros de la Iglesia Bountiful Blessings a las afueras de Spartanburg, Carolina del Sur, hay que dar vuelta a la derecha. Ahí, junto a la zona industrial que se logra ver detrás de una serie de árboles de cerezas, no mucho más altos que yo, y justo después de la compañía que fabrica estampas de hule y otros logos que se pegan a gorras y bolsas, hay una fábrica nueva: la planta de tecnología de punta American Yuncheng Gravure Cylinder. Está por abrir muy pronto, y fabricará cilindros para imprimir las etiquetas como las que cubren las botellas de refresco. Pero a diferencia de sus vecinos en Spartanburg, Yuncheng es una compañía china. Llegó a Carolina del sur, porque para los estándares chinos, estar en Estados Unidos sale barato.
Así es, leyeron bien. El terreno de 6.5 acres que Yuncheng compró en Spartanburg por 350,000 dólares, cuesta la cuarta parte que habría costado en Shangai o en Dongguan, una ciudad arenosa cerca de Hong Kong donde la empresa ya tiene tres plantas. La electricidad también es más barata: Yungcheng paga hasta 14 centavos por kilovatio por hora en China a una hora de uso pico, y sólo 4 centavos en Carolina del sur. Y tampoco tienen el problema de los apagones. Es cierto que los trabajadores estadounidenses son más caros, y el costo general de hacer un producto en China sigue siendo más barato, y tal vez siempre será así.
Pero para cientos de compañías chinas como Yuncheng, Estados Unidos se ha vuelto un lugar más barato y mejor para poner el negocio. Podría ser el mayor cambio de papeles desde que... tal vez desde que Nixon fue a China. "La brecha entre costos de manufactura en Estados Unidos y China se está reduciendo", explicó John Ling, estadounidense naturalizado con origen chino que maneja la oficina de reclutamiento empresarial del Departamento de Comercio de Carolina del sur en Shangai. Ling reclutó a Yuncheng para mudarse a Spartanburg, y a otras firmas más. Las compañías chinas han invertido 280 millones de dólares y han creado 1,200 empleos tan sólo en Carolina del sur.
Hoy 33 estados, puertos y municipios estadounidenses han enviado a China representantes como Ling para fomentar el empleo de comercios chinos en Estados Unidos. Además de ofrecer terrenos costeables y energía sustentable, los estados y las ciudades ofrecen créditos fiscales y otros incentivos para atraer a los manufactureros chinos. Mientras tanto, Beijing, que ha dicho que las empresas chinas deben expandirse a nivel global en mercados clave en todo el mundo, está contribuyendo con la oferta de financiar hasta el 30% de los costos de inversión inicial, según fuentes empresariales chinas.
Los incentivos están surtiendo efecto: las compañías chinas anunciaron nuevas inversiones directas en Estados Unidos, con un valor de cerca de 5,000 millones de dólares tan sólo en 2009, según la compañía de asesoría económica con base en Nueva York, Rhodium Group, que dio el detalle de las cifras a Fortune. Las cifras siguen estando por debajo de la de las inversiones japonesas en Estados Unidos, cuyo auge fue en 1991 con 148,000 millones de dólares, pero es un gran paso para las inversiones previas de china, cuyo promedio era de 500 millones de dólares al año.
El año pasado, las empresas chinas compraron o anunciaron que iban a crear más de 50 firmas estadounidenses. Es cuestión de tiempo, pero cuando China permita por fin que se valorice su moneda (el yuan), los estadounidenses verán despegar algunos proyectos chinos que hoy son de poca magnitud, y eso tendrá un fuerte impacto en la economía.
Esto podría ser bueno para las relaciones entre ambos países. "Pasarán muchos años antes de que puedan balancear el flujo de las inversiones estadounidenses en China", dijo Dan Rosen, director en Rhodium Group. Pero dice también que el agresivo interés de China en las inversiones estadounidenses le da repentinamente a Washington cierto apalancamiento, al mismo tiempo que busca negociar los aranceles, cuotas comerciales y políticas económicas con Beijing.
En Spartanburg eso no importa mucho. Los trabajadores calificados de Yuncheng en Estados Unidos ganan entre 25 y 30 dólares por hora. Los operadores de línea entre 10 y 12 dólares. Eso es muy superior a los dos dólares por hora que recibe un trabajador no calificado en China, pero la firma puede solicitar un crédito fiscal estatal para la nómina por 1,500 dólares por empleado (para cualquier compañía que produzca más de 10 empleos). Y al estar más cerca de empresas como Coca-Cola, Yuncheng puede responder de forma más veloz cuando necesitan etiquetas diseñadas para mostrar que un producto tiene un contenido reducido en azúcar o con sabor agregado. Si el negocio sale bien, el presidente de la compañía, Li Wenchun, espera duplicar el tamaño de sus operaciones, tal vez en cinco o 10 años, y emplear a 120 estadounidenses. "Me gustaría que fuera el próximo mes, pero depende de la velocidad a la que se desarrolle el mercado aquí", me dijo con ayuda de un intérprete de mandarín.
Hasta el momento hay pocas señales de algún sentimiento anti-chino entre los carolinos del sur, que vieron cómo su industria de manufactura textil basada en el algodón se derrumbó debido a las producciones de bajo costo en países como China. Fortune preguntó al senador Jim DeMint, republicano representante de causas conservadoras, lo que piensa sobre que los comunistas estén creando empleos en su estado natal. "Carolina del sur es uno de los mejores lugares en el mundo para hacer negocios, y por eso muchas firmas internacionales están moviendo sus industrias a nuestro estado".
Brenda Missouri, de 43 años, quien trabaja rastreando fugas para el fabricante de aplicaciones Haier, habla de su empleador con admiración. Haier fue la primera compañía china que instaló una fábrica en Estados Unidos: una planta de refrigeración en Camden, Carolina del sur, en el año 2000. "Son buenos para los negocios, y saben hacer su trabajo". ¿Y qué hay del comunismo? "No importa", respondió. "El dinero es lo que hace la diferencia".
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