A LOS ESTUDIANTES en marcha

Pedro Vivas Berthier

A LOS ESTUDIANTES en marcha

En sus manos está la lucha nacional para defender las universidades, las escuelas, y porque no, la soberanía nacional amenazada, que no solo se nos pierde en las fronteras del sur o los llanos, sino hasta el mismo Orinoco, parcelado en manos de los aliados de este régimen, que caen como aves de rapiña, desde las ergástulas de sus intereses; Libia, Irán, Petrobrás, Cuba, Nicaragua y los modernos piratas petroleros sin cartera de América latina. En sus manos esta el destino de Venezuela, como ese siglo que se fue, lleno de gloria y de combates en la “casa que vence las sombras”. Ustedes van camino de la vida, y la vida es luchar y defender las libertades. Sin libertad, no hay universidad. Nosotros en cambio, vamos camino hacia el olvido y aun nuestros pañuelos, en nuestras manos, siguen encendiendo el mismo grito del 21 de noviembre contra el Pérezjimenismo y contra la violación de su autonomía. Nada nos detuvo entonces, ni la sombra, ni la amenaza de la Seguridad Nacional. Por eso brillan en las puertas de la universidad, cada vez que alguien viola la eternidad de sus muros, el indomable espíritu del recuerdo y las banderas de Zuloaga Blanco, y esa “calle larga” de la dignidad, siempre “iluminada” de la Plaza Venezuela.

Cuando una mañana, renació la democracia, la universidad volvió a sus libros pero también volvió al combate, cada vez que alguien quiso violar su autonomía. Y siempre fue así, al regresar los patriotas del exilio, a vivir de nuevo la libertad reconquistada. Pérez Bonalde, nos legó en sus versos, la esperanza y la tristeza, al regreso de su destierro,“Madre aquí estoy; de mi destierro vengo, a darte con el alma el mudo abrazo/que no pude darte en tu agonía”.

Se abre una ventana en el recuerdo, y otra se cierra cuando estábamos dormidos. Una nueva ley, ha salido a relucir desde el poder legislativo, que viene a retar de nuevo las puertas de la universidad y las puertas de las escuelas. Para vestirlas de rojo, como las frías estrellas de un viejo naufragio que nadie quiere recordar. ¿Para qué tanta mentira? ¿Para cerrarle el paso a las voces rebeldes? Que hay tras esas cortinas, que alguien llamó Bolivariana, cuando el mismo Libertador, jamás aceptó ese título, siendo el protagonista, junto a Páez y los llaneros, los estudiantes y José Félix Ribas, al cargar sobre sus hombros, esa muralla de heroísmo, civismo, desprendimiento y de respeto, sobre esa tierra que se llama Venezuela.

Los pueblos que siempre guardan silencio, son victimas de su indiferencia. ¿Para qué cerrar la luz de las escuelas, y cantar el himno, porque yo quiero que cantes y vestirte de rojo, porque yo quiero que marches? ¿Por el camino de Dios? ¡No! por el camino de los abismos sin regreso de la vieja farsa comunista. “Porque estamos, decía Andrés Eloy, cerca de los hijos, para darles la patria como es buena, para darles la patria sin dolor ni palabras, sin mojar sus ojeras, como se dan los ojos sin cortarles el día”. Todos hoy, a defender sus escuelas, sus universidades, y pendientes de la llamada, para defender la victoria. El rector De Venanzi, y Jesús Maria Bianco, García Arocha y los estudiantes, hoy regresan a la lucha por un 21 de noviembre contra las amenazas a su libertad porque el día de los estudiantes fue creado por decreto del presidente Edgar Sanabria, en honor a los caídos en la lucha estudiantil. Es posible, es verdad, que mí lenguaje ha envejecido y es posible que la plaza del rectorado sea para mi la misma del siglo pasado, y que los estudiantes de ayer y los estudiantes de hoy sean los mismos en sus tardes y en sus marchas valientes frente al fuego que amenaza, que calcina.

Es nuestro mundo de azules boinas, y de Zuloaga Blanco en la calle larga de Cumaná. Hoy los estudiantes llaman de nuevo, para defender a Venezuela amenazada, hoy sin fronteras, vendiendo su soberanía, sacando a Dios de las escuelas, y rindiendo la gloria de ser libres. Porque son esas universidades y esas escuelas, donde nacen las alforjas de la democracia, que ni se rinden ni se entregan.