Dios y Haití

Dios y Haití
Bernard Fougéres

Si Dios no existiera sería absurdo echarle la culpa de lo que acontece. Si existe, solo puede ser infinito, nuestra mente limitada nunca podrá entender las razones profundas del mal sino parte de ellas. En el caso de Haití los hombres cargan con casi toda la culpa porque el terremoto es solo partecita de una injusticia sempiterna. Actualmente comen allá galletas de lodo (barro mezclado con manteca vegetal y sal, lo que provoca serios trastornos estomacales, intestinales, infecciones, erupciones en la piel). Cada una cuesta cinco centavos de dólar.

La historia de Haití nos habla de un pueblo explotado, oprimido. Desde Angola y Guinea, llegaban los esclavos a Cartagena de Indias para trabajar en minas o plantaciones. El viaje duraba cincuenta días. De Veracruz a México eran diecisiete días en mulas. Durante uno de estos periplos en barco dicen que de 7.143 solo llegaron vivos 5.551. Iban de seis en seis encadenados por el cuello o unidos de dos en dos con argollas en los pies. Amontonados bajo la cubierta no veían jamás el sol o la luna. Comían cada 24 horas una escudilla de maíz con algo de agua. Unos capataces, de la misma estirpe que aquellos romanos empeñados en flagelar a Jesús hasta hacerlo leña, los apaleaban, los azotaban. En 1950 solamente 2.000 de los 3’500.000 habitantes de la isla eran blancos, el resto eran descendientes de esclavos. Unos cuantos países europeos cargan con la culpa: Francia, Holanda. España, entre otros. Fueron siglos fértiles en atrocidades cometidas en contra de esclavos que morían como moscas, justificando la importación masiva del reemplazo. Dios no tiene nada que ver en todo eso. Los terrícolas, a veces usando el manto de la mismísima religión, merecían otra vez la famosa frase pronunciada desde la cruz: “Perdónales Padre, no saben lo que hacen”.

Con sus tierras arrasadas, suelo paupérrimo, deforestación masiva, Haití es en la actualidad uno de los países más pobres y castigados del mundo. La mortalidad infantil es de setenta niños entre mil. No sé si debo reír o llorar al saber que por cada Big Mac, la famosa cadena de fast food dará cincuenta centavos a Haití. Existen dos tipos de vientres abultados: los que nacen de una sobrealimentación y los que corresponden a la anemia aguda, la desnutrición, las infecciones.

Podemos imaginar que la cifra de muertos sobrepasa los cien mil. Estamos hablando de cadáveres en estado de putrefacción bajo cuarenta grados, hambre, saqueos, peleas por un pan, un saco de harina, escombros, personas sepultadas, desaparecidas, llanto indescriptible. Vivimos lejos, presos de nuestras ocupaciones diarias, comiendo arroz y no galletas de lodo.

El hombre empezó hace mucho a diezmar un planeta que le entregaron en comodato. Corrió sangre, estallaron guerras, brotó la ambición. No podemos “echarle el muerto” a una divinidad que tan solo puede ver que sus criaturas hacen pedazos la creación, así como un padre ve a su hijo destrozar un juguete caro con una gran carcajada.

http://www.eluniverso.com/2010/01/31/1/1363/dios-haiti.html?p=1363A